25 de abril de 2024

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La conducta suicida como riesgo psicosocial en el trabajo

La conducta suicida es un fenómeno multicausal y complejo que ha estado presente en todas las épocas históricas y todas las sociedades, y que se manifiesta por una variedad de comportamientos en un continuo que va desde la ideación en sus diferentes expresiones, pasando por las amenazas, los gestos e intentos, hasta el suicidio propiamente dicho. Además es un fenómeno complejo que incluye componentes biológicos, psicológicos, sociológicos, filosóficos, morales, etc.

Aunque las causas del acto suicida son múltiples; el ambiente laboral (entorno de trabajo, organización del tiempo de trabajo, organización de las funciones y tareas y estructura de la organización) puede convertirse en precipitante del acto suicida como una consecuencia negativa del estrés laboral, el síndrome de  burnout o el mobbing. Se ha manifestado que tanto el estrés como el burnout como el mobbing pueden dar lugar a la conducta suicida, pero lo más factible es que la conducta suicida sea generada por una conjunción de factores de riesgo psicosociales como el estrés laboral, el burnout y el mobbing.

Es preciso analizarlos por separado.

Aunque en el medio laboral se pueden dar dos tipos de estrés laboral: el estrés laboral espisódico y el estrés  laboral crónico. Es este último el que puede conducir a conductas de suicidio, teniendo en cuenta las diferencias individuales (características personales  específicas, expectativas, experiencias pasadas, actitudes, aptitudes y sus propios sentimientos), las circunstancias ambientales y los patrones de conducta.

Hay patrones de conducta específicos que pueden contribuir al estrés laboral. Estos patrones de conducta relacionados con el estrés laboral son de tipo A y C. 

El patrón de conducta tipo A lo presentan aquellos sujetos que perciben el entorno como amenazante para su autoestima y para lograr sus objetivos. Son personas muy ambiciosas, agresivas, irritables, irascibles e impacientes. 

El patrón de conducta tipo C (Temoshok y Dreher, 1992)  muestra características como: estilo verbal pasivo, actitudes de resignación y de sumisión y bloqueo, cooperativos, con deseos de agradar y con inhibición, represión y negación de las reacciones emocionales, especialmente la inhibición de las expresiones agresivas y de ira.

Se podría afirmar que son más susceptibles al estrés laboral los trabajadores que tienen un patrón de conducta tipo A y los de patrón de conducta tipo C.

También influye en el estrés laboral el locus de control del trabajador.

Cuando el individuo cree que es capaz de llevar a cabo una conducta que le conducirá a conseguir su objetivo, se dice que su locus de control es interno. Por el contrario, cuando la causa de su conducta le sitúa en factores del exterior como el azar, la suerte o el destino, su locus de control tiende a ser externo (Rotter, 1966). Los trabajadores con locus de control externo son más proclives al estrés laboral.

Una sentencia del TSJ de Extremadura de 14 de diciembre de 2009 resolvió sobre la consideración como accidente laboral del suicidio de un trabajador que padecía trastorno depresivo adaptativo a consecuencia de problemas laborales debidos a la crisis del sector de la construcción.

Los suicidios registrados en la empresa France Telecom, donde cerca de 30 trabajadores se quitaron la vida, y se atribuyen estos sucesos a la reestructuración de la compañía y a la presión laboral,  añade un elemento más al amplio abanico de consecuencias sobre la salud que pueden resultar del estrés laboral. Y aunque ya se conocían casos en otras empresas francesas, los ocurridos en France Telecom provocaron una auténtica alarma social.

Ya no hablamos sólo de complicaciones médicas que pueden causar la muerte del trabajador como sucede, por ejemplo, en el infarto de miocardio, sino que nos referimos a aquellas conductas suicidas propiciadas por unas inadecuadas condiciones laborales que pueden ocasionar un daño irreparable en los trabajadores. Ya no hablamos sólo de complicaciones médicas físicas y/psíquicas que pueden causar la muerte del trabajador como sucede, por ejemplo, en el infarto de miocardio, sino que nos referimos a aquellas conductas suicidas propiciadas por unas inadecuadas condiciones de trabajo y una inadecuada gestión empresarial que pueden ocasionar un daño irreparable en los trabajadores. En este artículo se analizan las relaciones entre las condiciones de trabajo, la depresión y el riesgo de suicidio (Martínez Plaza, 2010).

Los suicidios coinciden con las conclusiones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en cuanto a que las políticas de libre comercio han deteriorado las condiciones laborales en todo el mundo.

El síndrome de burnout se da con mayor  frecuencia entre aquellas ocupaciones en las que se presta una atención constante y directa de ayuda a personas; es el caso de las profesiones sanitarias, sociales o educativas, y son algunos de estos trabajadores los que pueden desarrollar sentimientos cada vez más negativos hacia los pacientes, usuarios o alumnos.

Si bien son muchas las variables que intervienen en este proceso de desgaste, es la relación intensa con otras personas lo que contribuye a la aparición del burnout, aunque de forma más completa podemos entender el burnout como el producto de una interacción negativa entre el lugar de trabajo, el equipo y los pacientes, alumnos, usuarios o clientes.

En términos generales, se ha señalado que hay personalidades más susceptibles ante el burnout como son las personalidades emotivas, la de aquellos que tienen más desarrollada la sensibilidad para los temas relacionados con el trato humano (Garden, 1989), los llamados “activistas sociales” que ofrecen ayuda a los demás y que son calificados de visionarios porque toman su labor más como una cruzada que como una tarea para ganarse la vida; además suelen ser personas autoexigentes, perfeccionistas y con baja tolerancia al fracaso (Cherniss,1980). Pero existe una gran disparidad de características de personalidad del trabajador predispuesto al burnout, ya que unos han planteado la empatía, sensibilidad, delicadeza, idealismo y orientación hacía los demás; y otros sin embargo, han señalado características tales como ansiedad, ideación obsesiva, entusiasmo y susceptibilidad a identificarse con otros, lo que pone de relieve la dificultad para identificar un patrón tipo del trabajador con burnout, así se ha afirmado que la relación entre las dimensiones de personalidad neuroticismo y extraversión, entre otras y el burnout es equivoca (Gil-Monte, 2005). Además se ha hecho referencia a un locus de control externo, a un patrón de conducta tipo A, al autoconcepto negativo y a la falta de autoconfianza en la propia eficacia laboral son variables que están vinculadas a la aparición del burnout (Gil-Monte y Peiró, 1997). 

Por otro lado, se han identificado dos perfiles en el desarrollo del síndrome de burnout: El perfil 1 caracteriza a los trabajadores que manifiestan agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal en el trabajo, pero que no desarrollan sentimiento de culpa. El perfil 2 incorpora el sentimiento de culpa a la trilogía del síndrome de burnout, lo que conllevaría que los profesionales se impliquen más en el trabajo para disminuir su remordimiento (Gil-Monte y Moreno-Jiménez. 2007), aunque estos dos perfiles pueden ser interpretados como dos fases del proceso de burnout y sus consecuencias. 

Se ha estudiado el riesgo de suicidio en el burnout (Tomás- Sábado y otros, 2010; Ramos Trigo, Tung Teng y Hallak, 2007).  

The New England Journal of Medicine trata el burnout y suicidio y muestra que en 25 estudios muestran que un 40% mas de suicidio entre los médicos y u 130% más entre las medicas con respecto a profesionales de la misma edad y sexo. También se ha afirmado que los cirujanos son los profesionales sanitarios con más riesgo de suicidio por las eternas horas en el quirófano, la percepción de haber cometido errores, la elevada demanda social y no pedir ayuda (Shanafelt y otros, 2011). 

Por otro lado, se ha llegado a afirmar que cualquier persona puede ser víctima de mobbing, si se dan las condiciones adecuadas: un acosador que perciba a la persona acosada como una amenaza y un entorno laboral favorable para la aparición del mobbing (CCOO, 2002) (CGT, 2002). Pero algunos han subrayado determinadas características comunes de las víctimas de acoso laboral.

Sáez (2000) dice que son personas inteligentes, competentes, con creatividad y dedicación al trabajo, con una alta lealtad hacia la organización, identificadas con su trabajo y percibidas como una amenaza.

Fuente: prevention-world

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