19 de marzo de 2024

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La contaminación acústica es una plaga que afecta a los menores de 35 años

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), tras la contaminación atmosférica, la acústica es el factor medioambiental que más daña nuestra salud. Como explica la profesora adjunta del Grado en Óptica, Optometría y Audiología de la Universidad CEU San Pablo Mª Luisa Sánchez Rodríguez, aunque existen factores físicos como el tiempo de exposición, la intensidad, la distribución frecuencial o el tipo de ruido (intermitente o continuo) que influyen en los efectos que el ruido provoca, no son menos importantes los factores psicológicos, como son la sensibilidad de cada individuo y la situación en la que se encuentre (laboral, ocio, estudio, sueño…).

Las recomendaciones de la OMS respecto a los niveles máximos de exposición al ruido (65 dB durante el día y 55 dB en la noche), no siempre se respetan. El Observatorio de la Sostenibilidad en España cifra en cerca de 9 millones de personas las afectadas por niveles de ruido superiores a 65 dB.

Otro organismo que alerta sobre este problema es Ecologistas en Acción, cuyo informe muestra que cerca del 40% de los colegios en Madrid soportan niveles superiores a los 60 dB, sobrepasando ampliamente los 40 dB recomendados por la OMS para los centros escolares.A todo ello hay que añadir la exposición a la que, de manera voluntaria e inconsciente, sometemos a nuestro sistema auditivo. Todos estamos en riesgo, pero los más afectados son los jóvenes.

La OMS considera que el 50% de la población mundial, entre los 12 y los 35 años, está en riesgo de sufrir una pérdida auditiva por el uso de reproductores y smartphones y en torno a un 40%, por los elevados niveles de ruido en locales de ocio. ¿Quién no ha escuchado la música, mientras esperamos en un semáforo, del coche parado a nuestro lado, o la que está reproduciendo el móvil de algún joven durante un viaje en metro? La OMS recomienda tiempos máximos de escucha en función de la intensidad del sonido, reduciéndose el tiempo ala mitad por cada 3 dB de aumento.

Como destaca la profesora Mª Luisa Sánchez Rodríguez, claramente “estamos obviando dichas recomendaciones”. El desconocimiento del problema nos ha hecho asumir como normal una exposición de 105 dB en una discoteca, sin tener en cuenta que de manera segura para nuestra salud auditiva solo podemos permanecer en estas condiciones durante unos pocos minutos. De igual manera, la asistencia a conciertos de rock supone una exposición aún mayor habiéndose llegado en algunos casos a los 130 dB. Todos hemos experimentado una pérdida de audición y acúfenos (ruidos) tras abandonar una discoteca o un concierto.

Nuestro oído tiene cierta capacidad de recuperación, si no hay daño irreversible, durante los periodos de silencio. Sin embargo, cuando la exposición al ruido es de intensidad elevada y prolongada en el tiempo, se puede originar una pérdida de audición o hipoacusia irreversible, debido al daño y muerte de las células ciliadas de la cóclea responsables de la audición. Esta pérdida se produce gradualmente, por lo que las personas no son conscientes del daño producido a lo largo de años de exposición hasta que este no se suma a la pérdida auditiva debida al envejecimiento.

La identificación y cuantificación de los riesgos para la salud pública, asociados con la exposición al ruido y la contaminación acústica, es vital para priorizar las políticas e intervenciones que apuntan a disminuir los riesgos y mejorar la salud de la población, como pueden ser el llevar a cabo una correcta planificación urbanística o, el empleo de soluciones técnicas y tecnológicas avanzadas.

Pero, cada uno de nosotros, de manera individual, también puede ayudar aponer freno a esta epidemia de ruido. Y, probablemente, la información, la educación y la concienciación de la población, en general, y de los niños y jóvenes, en particular, deberían ser algunas de las principales medidas a tener en cuenta.

Fuente: prevention-world.com

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