19 de abril de 2024

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El fanatismo que enferma

“Te ngo dos hijos, soy contador, trabajo en una empresa y soy hincha de Boca”. Así se presenta Eduardo (omitió dar su apellido), y agrega que esta última característica le viene trayendo algunos malestares. Y, claro, él esperaba que su equipo ganara la Copa Libertadores, el último campeonato local y la Copa Argentina, pero se quedó sólo con el último, el que a los hinchas menos les interesaba.

Cuando Eduardo dice “malestares” no exagera. Su fanatismo es tan grande que en momentos de definiciones, o en los clásicos ante el máximo rival, su cuerpo padece los más variados síntomas. “Durante los días previos, el solo recuerdo de que se viene el partido me estremece, y a veces hasta pierdo el apetito. Mientras veo el partido no puedo comer nada, tengo taquicardia. Y ni hablar si vamos a los penales: en ese momento no puedo mirar el televisor”.

Cualquier persona que no sea fanática de un club de fútbol le diría que no puede someter su cuerpo a esa situación por un simple juego del que él ni siquiera participa. Y Eduardo sabe que es así, pero no lo puede controlar. “Mi abuelo y mi papá me hicieron fanático de Boca, y mis hijos van por el mismo camino. Cuando abro el diario, lo primero que busco es una noticia de Boca y en mi trabajo todos saben que, después de una derrota dolorosa, no me pueden hablar del tema porque me pongo muy mal”, cuenta.

Latidos más fuertes. “En épocas de mundiales de fútbol, cuando nuestra selección jugó instancias decisivas (y más aún en las definiciones por penales), hemos asistido cuadros de emergencia cardiovascular, como infarto agudo de miocardio, crisis hipertensivas y arritmias cardiacas”, cuenta Roberto Cooke, jefe de la unidad coronaria del Sanatorio Allende, y agrega que estos eventos ocurrían en la mayoría de las ocasiones durante los partidos y también en las horas posteriores.

El diario Abc de España publicó en abril el resultado de una investigación según la cual el estrés de ver un partido de fútbol aumenta los niveles de testosterona y cortisol. El estudio, realizado por PLoS ONE, evaluó a 50 aficionados españoles que vieron la final en la que España le ganó a Holanda por la última copa del mundo y comprobó que, mientras veían el partido, sus organismos aumentaron la producción esas hormonas, que están relacionadas con el estrés y la competitividad.

Otro artículo, publicado en la Brititish Medical Journal, se refirió al aumento en un 25% en la tasa de infartos entre los fanáticos británicos durante el partido disputado contra la Argentina en octavos de final durante el Mundial de Francia 1998. Todo esto ha conducido a que los estadios más grandes e importantes del mundo estén dotados de desfibriladores, equipos que permiten revertir arritmias cardíacas potencialmente fatales.

Cooke explicó que, a nivel del aparato cardiovascular, se produce una gran actividad simpática con aumento de los mediadores de inflamación y la vasoconstricción. Todo esto provoca un brusco aumento en la demanda miocárdica de oxígeno y/o una alteración del tono vasomotor en las arterias coronarias, lo que da lugar a la erosión y rotura de placas de colesterol vulnerables, con la consiguiente formación de trombo, provocando isquemia miocárdica.

Esto ocurre, por supuesto, en casos extremos, y cuando la persona tiene factores de riesgo. Existen, sin embargo, situaciones menores, pero también preocupantes.

Cooke lo describe: “El denominado síndrome de Tako-Tsubo, o también llamado cardiopatía del estrés, tiene un comportamiento clínico similar a un infarto clásico, pero con arterias coronarias sin lesiones ateroscleróticas significativas. Se produce en personas que han vivido situaciones de estrés muy importantes, y tiene la particularidad de que, al poco tiempo de desatado ese evento, se produce la restitución total de la función ventricular”.

Por su parte, Luis Arabia Cortes, especialista en medicina interna, cardiología y arritmología del Instituto Oulton, destacó que los factores de riesgo como la obesidad, diabetes, hipertensión arterial, hábito de fumar, ansiedad, herencia genética de infartos, entre otros, condicionan en gran medida la respuesta del corazón ante situaciones de estrés como la de un partido de fútbol.

“El corazón responde al estrés psíquico y físico combinado con la emisión de dos variables: suben las pulsaciones y sube la presión arterial. Hay un grupo grande de personas que están enfermas y que son ignorantes de su enfermedad. Y como lo afectivo y emocional son variables imposibles de medir o controlar, determinadas situaciones terminan por poner al descubierto esas enfermedades. Para algunos, esas situaciones resultan más graves que para otros”, explicó sin dejar de remarcar que sólo un número ínfimo de personas puede morirse por estrés durante un partido de fútbol sin tener factores de riesgo o alguna patología cardíaca.

En este sentido, aclaró que la muerte súbita se define como la muerte de alguien cuya manifestación no se conocía hasta una hora antes del fallecimiento. Lo demás, es muerte inesperada, es decir que quien fallece padecía una enfermedad cardíaca y vivió una situación inesperada que le causó la muerte.

Control y tranquilidad. Cooke explicó que quienes tienen factores de riesgo deben estar siempre controlados y respetar los cuidados indicados por su médico, más aún cuando se someten a situaciones estresantes. Y contó que en los pacientes con coronariopatía que estarán expuestos a los nervios de un partido de fútbol o una situación similar, algunas veces es útil incrementar la dosis de beta bloqueantes estatinas o antiagregantes plaquetarios.

En tanto, recomendó que, mientras ven el partido, se levanten frecuentemente para romper con la dinámica del estrés continuo, eviten las comidas copiosas, el alcohol y el cigarrillo.

“Es importante que vean los partidos en su casa, acompañados por familiares y eviten concurrir al estadio. Por último, es imprescindible tener el número de emergencia médica a mano en caso de presentar algún síntoma”, finalizó.

Síndrome de Tako-Tsubo

También llamado “cardiopatía del estrés”, tiene un comportamiento clínico similar a un infarto clásico, pero con arterias coronarias sin lesiones ateroscleróticas significativas. Se produce en personas que han vivido situaciones de estrés muy importantes, y tiene la particularidad de que, al poco tiempo de desatado ese evento, se produce la restitución total de la función ventricular.

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