29 de marzo de 2024

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España: Infartos y derrames, nadie hace caso a la primera causa de muerte laboral

Durante el año 2016 murieron en España 607 personas mientras estaban trabajando o se dirigían a su puesto de trabajo. De ellas, más de un tercio sufrieron un infarto o un derrame cerebral, el único accidente de tipo no traumático que contemplan las estadísticas. Son los grandes olvidados de la siniestralidad laboral.

En total, 219 personas fallecieron debido a esta circunstancia, ligada al estrés y la organización de trabajo: “La relación entre el estrés y las enfermedades coronarias está ampliamente demostrada, y ya es una de las principales causas de baja y problemas laborales”, señala Carmen Marroquí, médica especialista en medicina del trabajo.

A diferencia de los accidentes traumáticos, las psicosociales no han disminuido en los últimos 10 años

A diferencia de los variables datos de siniestralidad laboral traumática, el porcentaje de fallecimientos por motivos psicosociales se ha manteniendo estable durante los últimos años. De hecho, en los años de menor siniestralidad, relacionados con el paro y el descenso de actividad en la construcción, este tipo de muertes llegó a representar casi la mitad de las fallecimientos laborales.

La razón es que las empresas les dedican peor prevención, comparados con los accidentes más aparatosos y visibles. “Los riesgos psicosociales siempre han estado en un segundo plano porque las empresas se han centrado más en la seguridad para prevenir los accidentes traumáticos”, apunta la doctora, que estima que en 2020 la primera causa de baja laboral será el estrés.

Además, la dificultad de valorar cuándo un infarto o derrame es consecuencia de un problema laboral, unida a que este puede no producirse en el sitio de trabajo, aunque sea su causa, hace que la cifra pueda ser mucho mayor. “Están muy infradiagnosticados porque es más difícil demostrar la exposición a estos riesgos. Además, el estrés no está contemplado como enfermedad laboral y depende de la interpretación que haga cada persona; para mí puede ser estresante algo que para otra persona no lo es”, señala Marroquí. A la hora de sufrir este tipo de desenlace fatal, pueden influir factores como el ambiente de trabajo, su objetivo, las condiciones o cuestiones más personales como la capacidad de cada empleado o la sensibilidad.

El Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo considera que la siniestralidad laboral es un “reflejo de las condiciones de trabajo” y que todos los accidentes son evitables: “En algunos casos, las estrategias necesarias para evitarlos serían puramente organizativas, en otras circunstancias intervendrían estrategias de coordinación o técnicas”.

El 96,1% de los trabajadores españoles considera que perciben riesgo físico en su entorno laboral, una cifra con la que España lidera el ‘ranking’ europeo junto a Finlandia. Sin embargo, solo un 70,4% aseguró apreciar riesgos psicosociales, por debajo de la media europea.

Aumento desde la reforma laboral

Los accidentes mortales son los únicos siniestros que han disminuido respecto al año anterior, sobre todo porque el año pasado la cifra se elevó debido a los 45 españoles fallecidos en el accidente de Germanwings, muchos de ellos en viaje de trabajo.

Las cifras de siniestralidad, aunque lejanas al millón que rondaban hace una década, están recuperando las cifras anteriores a la crisis desde 2013, en parte porque ha aumentado la ocupación. Sin embargo, desde los sindicatos culpan también a la calidad de empleo que caracteriza el panorama laboral. “El aumento de la siniestralidad está directamente relacionado con la reforma laboral de 2012, porque hay más contratos temporales, donde la formación es peor”, señala Marcos Romero, coordinador de Salud Laboral de UGT. En 2015, casi 170.000 personas con régimen de trabajo temporal tuvieron un accidente.

Detrás de ese dato se encuentran historias como la de Floreal Sánchez, un plegador que trabajaba desde hacía tres meses en una empresa de perfiles metálicos para puertas cuando un compañero le pilló la mano con la máquina. El sistema de seguridad estaba roto y le machacó dos dedos y el tendón de la mano. Tenía un contrato temporal y ninguna formación en ese puesto. “Fue una negligencia porque no saltó el mecanismo de seguridad, pero aun así me despidieron”, asegura.

Peor suerte corrió Joaquín Romero, un eventador al que se le cayó encima un molde de rueda de acero de cinco toneladas. Trabajaba subcontratado desde hacía ocho meses en una planta de Michelin en Vitoria y no se pudo hacer nada por salvarle la vida. “Se veía venir, los trabajadores de la subcontrata no tienen la misma formación que los que trabajan directamente para Michelin y los mueven de un puesto a otro sin ninguna formación; les sueltan en la máquina y que se busquen la vida”, explica Jon Corso, presidente del comité de empresa de la planta.

Desde UGT, señalan también una relación entre la precariedad y los accidentes ‘in itinere’, aquellos que se producen de camino o vuelta del trabajo: “Mucha gente compagina varios trabajos, lo que aumenta el riesgo de sufrir un accidente cuando se va de uno a otro”.

La industria que presenta mayor cantidad de accidentes es la manufacturera, especialmente la alimentaria, seguida de producción de productos metálicos. Sin embargo, en cuanto a sectores, son los servicios los que suman más siniestros, especialmente los carteros, los cuidadores de residencias de ancianos, transportistas y limpiadores. En general, las partes más afectadas suelen ser las extremidades superiores, con las que se manipulan herramientas y máquinas de trabajo.

Cifras cuestionables

Para los sindicatos, la cifra del medio millón de accidentes al año puede quedarse corta, debido a la limitación en lo que se considera enfermedad laboral. “Según la Universidad de Granada, hay 9.500 muertes de cáncer por motivos laborales, pero no se reconocen como enfermedad laboral, igual que ha pasado con el amianto”, explica Romero.

Además, desde CCOO denuncian que la valoración de lo que es enfermedad común o laboral es partidista. “El sistema es perverso, es la misma empresa la que estima si la baja es por motivos laborales o por una enfermedad común, y prefieren esta última porque no tienen que tomar medidas de prevención”, denuncia José Manuel Murcia, secretario federal de Salud Laboral de CCOO.

Como solución, proponen que sean agentes neutrales los que establezcan cuándo una baja tiene una motivación laboral, ya sea por los médicos de familia o por equipos multidisciplinares con especialistas en medicina laboral. “Nos queda mucho por hacer”, reconoce Marroquí.

Fuente: elconfidencial.com

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