14 de mayo de 2024

El hombre urbano

¿Y qué pasa cuando estamos en la selva de cemento? Sucede exactamente lo mismo que en el caso anterior; o sea que en el cuerpo del hombre urbano que somos, ocurre:

-Descarga de adrenalina
-Las pupilas se dilatan
-La digestión se interrumpe
-La boca se seca
-Los músculos se tensan
-La respiración se acelera
-El corazón late más aprisa
-Aumenta la sudoración
-El hígado libera glucosa
-El bazo libera glóbulos rojos

Con el agravante que no es fácil descargar ese exceso de adrenalina y tensión nerviosa que nos puede llegar a perjudicar.

De todos estos síntomas, algunos podremos percatarnos de ellos y de otros no. Si bien NO NOS VEMOS enfrentados con el león de la selva, nos enfrentamos continuamente con distintos momentos estresantes que NO nos permiten huir o pelear, y entonces NO nos podemos descargar de ese estrés.

Es el caso de cuando nos sentimos mal en el trabajo con nuestro jefe, con un compañero o con un subalterno y debemos “tragarnos” la incomodidad que significa trabajar con ellos. 

También estamos en contacto todos los días con distintos estresores, tales como los autos, los semáforos, los bocinazos, las colas para pagar, para esperar un vehículo que nos traslade, el cónyuge, los hijos, etc.
Todo eso se va acumulando en energía no liberada, que se hace crónico y llega a dañar nuestro cuerpo.

Por eso es importante saber cómo podemos liberarnos del estrés en esas situaciones antes de que provoquemos algo que sea irremediable, para nuestra salud o la de nuestros vecinos. Vemos entonces que el estrés que en situaciones apropiadas puede salvarnos la vida, se convierte en un enemigo mortal cuando se extiende en el tiempo.

Para muchos, las condiciones de hacinamiento en el trabajo o en el hogar, las presiones económicas, la sobrecarga de trabajo, el ambiente competitivo, etc., son circunstancias que se perciben inconscientemente como amenazas. Esto lleva a reaccionar a la defensiva, tornándose irritables y sufriendo consecuencias nocivas, sobre todo el organismo.

<< Dedicado a “El Hombre Urbano”
El costo del estrés laboral >>

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