29 de marzo de 2024

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Costa Rica: Prevenir riesgos nos concierne a todos

Cuando ocurre un desastre natural el caos se apodera de comunidades enteras o bien del país por completo en busca de respuestas prontas y oportunas. Eso es normal, pues la gente espera siempre ver en acción a los que saben de estas cosas y de forma inconsciente -si se puede decir de alguna manera- entra en un periodo de inoperancia e inactividad.

Por ejemplo, las inundaciones en Limón a fin y principio de año, en Guanacaste en los meses de octubre y noviembre; en la Zona Sur y el Valle Central los derrumbes y deslaves, ni que decir de los desastres que el mal tiempo causa en plena capital y barrios aledaños, son pan de todos los inviernos. Pese a saber casi a ciencia cierta lo que va a suceder en estas zonas, aún es imposible controlarlo porque los propios lugareños hacen aportes mínimos para mitigar la situación.

Las autoridades han mapeado una buena parte de los sitios donde por lo general ocurren eventos por el exceso de agua de lluvia y ríos bravos; ahí realizan labores de prevención, esto con la finalidad de minimizar en buena forma los daños, sin embargo el trabajo es intenso pero no suficiente.

Las diligencias de las cuerpos de primera respuesta no son las únicas, ni alcanzan para mantener a una población alejada del peligro. El tema de las emergencias requiere un abordaje integral: sociedad, gobierno y, si están a disposición, organizaciones no gubernamentales.

Un elemento fundamental en la prevención de desastres es la sociedad, para ser más específicos los vecinos de todos los barrios urbanos o rurales, pues nadie está exento de ser víctima de la furia de la naturaleza.

La participación de los ciudadanos antes, durante y después de desastres naturales es importantísima si se toma en cuenta que conocen detalles del lugar del incidente, los vecinos y su forma de vida. De la organización comunal depende en gran medida la puesta en marcha y búsqueda de soluciones.

Cada habitante debe ser consciente de la cuota de responsabilidad que carga ante las emergencias, nadie podría decirse ajeno a algunos actos de la madre naturaleza, pues es bien sabido que las malas prácticas de eliminación de desechos sólidos, la deforestación, la contaminación de ríos y la inadecuada construcción de obras son causantes de semejantes fenómenos, que con el paso del tiempo cobran facturas muy elevadas con daños incuantificables y pérdida de vidas humanas.

Todos los años seguiremos viendo las mismas lamentables escenas, gente con el agua hasta el cuello, casas inhabitables, electrodomésticos inservibles, dolor, hambre y frío. Pero eso no implica cruzarse de brazos y dejar que la inoperancia haga de esto un asunto habitual, por el contrario, contribuyamos desde nuestras propias familias y comunidades en la prevención de desastres.

Cierto es que los desastres son impredecibles, pero si integramos grupos en nuestras vecindades, con líderes y una organización seria, aliados de las autoridades del Estado en esa materia, posiblemente los efectos de esos eventos naturales podrían verse disminuidos, mas no anulados.

La sociedad tarde o temprano tendrá que comprender la cuota de responsabilidad que en las situaciones de emergencia le corresponde asumir, el trabajo es mancomunado y así seguramente el impacto menor. Bien dicen que la unión hace la fuerza.

Fuente: diarioextra.com

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