Posteriormente comprobó que estaba en lo cierto, ya que apenas obligó a sus estudiantes a lavarse las manos, la tasa de infección bajo inmediatamente a un 2%. Luego amplió sus cuidados de higiene al lavado de instrumental y comprobó estadísticamente, una vez más, la efectividad de su método de higiene, algo que hasta entonces no había sido tenido en cuenta.
Semmelweis empezó a actuar con rapidez. Los estudiantes sorprendidos y disgustados, tenían que lavarse las manos con una solución de hipoclorito cálcico cada vez que querían entrar en la sección.
No obstante los excelentes resultados Semmelweis fue muy resistido por sus colegas que pensaban que estaba loco. Lo que fue motivo con los años de que muriera por depresión, ya que él mismo se sentía culpable de la muerte de numerosas madres que habían pasado por sus manos contaminadas.
Posteriormente Semmelweis fue reivindicado por Pasteur, que había estudiado sus trabajos y le dio la razón en 1879 en un Congreso de la Academia de Medicina de Paris.