25 de abril de 2024

El movimiento “slow”

Por Dr. Hugo Francisco Rostagno
director@empresaludng.com.ar

Movimiento “slow”

En diversos países de Europa se llama así, a tratar de realizar todas las actividades de la vida, en forma más lenta, en contraposición a la vida ajetreada y tremendamente estresante que vivimos en nuestro tiempo. Se utiliza no sólo en el vivir cotidiano, en las relaciones, en la comida, en los viajes, en el trabajo o en cualquier detalle que por el hecho de poder alargarlo es más agradable, saludable o beneficioso.

“Slow down”, que también significa frenar, se refiere en esta cultura a conseguir más tiempo para todo. Es como si le dijeran en cordobés básico, “tranquilo, no hay prisa, tómese el tiempo que necesite…”. Saborear una comida con los suyos dentro de esta cultura es disfrutar de un tiempo conjunto, que favorece no sólo a la relación familiar o de amigos, sino que para nuestro organismo es más saludable cuando lo hacemos con el tiempo necesario para disfrutarla.

Se preconiza, no sin razón, que lo mismo ocurre con cualquier actividad que desarrollemos, si no llevamos prisa para ello, siempre disfrutaremos más y el resultado final será más placentero y beneficioso. Esa llamada “slow attitude”, a actitud lenta, está llamando la atención hasta de los mismos estadounidenses, discípulos del “fast” (rápido) y del “do it now!” (¡Hágalo ya!).
Recordemos que años atrás en occidente era costumbre tomarse el día domingo de descanso porque todas las empresas estaban cerradas ese día. Incluso recuerdo, cuando era niño el día sábado se debía comprar pan para el domingo, ya que era costumbre que las panaderías no trabajaban en domingo. Esa costumbre, ya pasó. La actual tendencia a trabajar las veinticuatro horas del día, presente en muchas partes del mundo, ha perturbado esa tradición. En la actualidad, dado que las personas pueden hacer cualquier cosa en cada momento, algunos piensan que deben hacer cosas a todas horas. El movimiento slow reacciona contra esto mediante la exaltación de los valores de disfrutar y saborear la vida con tranquilidad.

El movimiento slow no está organizado ni controlado por alguna organización como tal. Una característica importante es que se mantiene por individuos que constituyen una comunidad global. Comunidad que tiende a expandirse, su popularidad ha crecido considerablemente desde que se estableció en Europa “Slow Food y Slow city”, con iniciativas slow extendiéndose por Suecia, Canadá, Australia, algunos estados de EEUU y Japón.

Si bien se considera que el Movimiento Slow comenzó en 1986 como una protesta en Roma ante la apertura de un restaurante de comida rápida en Piazza di Spagna, ya anteriormente alguien muy conocido como Napoleón le decía a su ayudante: “Vísteme despacio, porque estoy apurado”. Esto que ha simplemente parecería una contradicción, es algo que “el Gran Corso”, lo tenía asumido como propio.

• ”Slow Food”
En contra de la cultura de la comida rápida o Fast Food, el movimiento conocido como Slow Food promueve el disfrute de los productos regionales, comidas tradicionales, cuyos ingredientes se cultivan de forma respetuosa con el medio ambiente. Busca defender la diversidad de los cultivos y las materias primas.

El movimiento reúne a casi cien mil miembros en cincuenta países, que están organizados en grupos locales. Algunas veces actúan bajo el logotipo de un caracol o una tortuga y su filosofía es preservar y apoyar los modos de vida tradicionales. Realmente es un modelo donde debemos mirar y copiar para mejorar la calidad de vida, que rápidamente vamos perdiendo.

El deseo de comer rápido es mundial y comenzó a producirse con la revolución industrial, pero nunca tuvo tanto auge como en la actualidad. Muchas veces comemos solos frente a la computadora o leyendo, manejando, trabajando, sin darle importancia a la comida ni a su sabor. A veces comemos en familia, donde el integrante principal es el televisor y al que todos le prestan atención, miran, escuchan, sin hacerlo entre sí.

La aceleración de la comida comienza desde la granja ya que se utilizan pesticidas, fertilizantes químicos, hormonas del crecimiento, modificación genética, todo para reducir el costo y hacer que el ganado o la cosecha crezcan mucho más rápido en lugar de darle el tiempo natural que necesitan. Todos estos cambios en la preparación de los ingredientes de nuestra comida han traído aparejado con el tiempo un cambio hasta del gusto de los mismos, basta recordar y comparar los tomates crecidos en una quinta común de hace un treinta años, tenían “sabor a tomates”, no como los que compramos hoy que parecen de “plástico”.

Hoy somos todos consumidores de la comida rápida, no sólo en la calle, sino también en nuestro domicilio haciendo un pedido o preparando comidas pre-cocidas, haciendo un culto de la velocidad y priorizando otras cosas al tan sublime acto de comer y saborear una comida.

Lo que el movimiento Slow Food predica es que las personas deben comer y beber lentamente, dándose tiempo para saborear los alimentos, disfrutando de la preparación, en convivencia con la familia, con los amigos, sin prisa y con calidad.

Todos podemos beneficiarnos si aplicamos la lentitud a nuestros hábitos alimentarios, saboreando los alimentos y prestando atención a lo que hacemos.
En varios países se realizaron estudios cuya conclusión es que los chicos que comen en familia suelen tener mejor rendimiento escolar y tienden a padecer menos estrés.

• ”Slow city”
Hay comunidades europeas que se han declarado ciudades “slow”, haciendo hincapié en esta cultura y no permitiendo que nada rápido venga a interrumpir la lenta vida ciudadana. En esos lugares no dejan entrar restaurantes con comida rápida, y se privilegia al peatón y en contra de la velocidad de los autos.

Sostienen que deben trabajar y hacer las cosas con “más calidad” y “más productividad”, y con menos velocidad y estrés. Lo que significa retomar los valores de la familia, de los amigos, del tiempo libre, del placer del buen ocio, y de la vida en las pequeñas comunidades. Del “aquí” presente y concreto, en contraposición contra lo “mundial” indefinido y anónimo.

Este movimiento nació en Bra, que es un pueblo cerca de la ciudad de Turín (Italia), tiene como símbolo el caracol y publica una revista trimestral en cinco idiomas y con guías de alimentos y vinos artesanales.

En 1999, Bra y otros tres pueblos italianos firmaron una petición para convertirse en refugios de la gran velocidad del mundo actual. Promueven el placer antes que el beneficio, las personas antes que la oficina central, la lentitud antes que la velocidad.

Tiene como objetivos: reducir el ruido y el tráfico, aumentar las zonas verdes, apoyar a quien vende productos artesanales. Lo principal es relajarse, reflexionar, no estar pendiente del tiempo, reducir el estrés y cuidar el medio ambiente.

En la ciudad de Bra, hasta tienen una torre con un reloj que está siempre retrasado en 30 minutos, lo que no es un fallo de la maquinaria, sino que es una demostración cabal de que allí el tiempo no importa.

En esta pequeña localidad italiana de 28.000 habitantes a medio camino entre la industrial Turín y la ruidosa Génova, se camina lento, se mastica lento y se conduce lento. No se extrañe, nos dice Carl Honoré el autor del libro, “El elogio de la lentitud” que estemos en la cuna de un nuevo movimiento cultural.

• ”Tempo Giusto”
Los trabajos manuales como la jardinería, el tejido, el dibujo o la decoración son la expresión del Movimiento Slow. Sin embargo, la mayoría de la gente enciende el televisor en su tiempo libre y llena su espacio de ocio. La televisión no da tiempo para hacer una pausa o reflexionar, todo se sucede rápidamente.

De este modo, las cosas que hacen la vida placentera como cocinar, hacer ejercicio, escuchar música, charlar, escucharse, mirarse o compartir tiempo cuentan con menos tiempo.

La música tranquila brinda ese espacio para relajarse y disfrutar. Hay un grupo creciente de músicos que considera que la música clásica se toca demasiado rápido, pertenecen al Movimiento Tempo Giusto, cuya misión es intentar que las obras toquen más lentamente, sostienen que de esa manera se difrutan mejor.

 

Trabajo slow

El trabajo consume muchas horas de nuestra vida, sin embargo el resto de las cosas que son mucho más importantes como la familia, los amigos o los paseos están regidos por su horario.
Sabemos que somos menos productivos si estamos cansados, estresados, insatisfechos o enfermos. El trabajo es necesario, puede ser un desafío y dignifica, pero que en nuestros días sea lo más importante y ocupe la mayor parte de nuestra vida es una locura. El tiempo que resta para disfrutar de las cosas sencillas diarias y sin apuro es escaso.

El Movimiento Slow propone trabajar menos, defendiendo el hecho de que las personas que pueden manejar sus horarios están más relajadas, sean más creativas y productivas. Según estudios realizados en Suecia con referencia de esta cultura en el trabajo, se ha comprobado, que al ir más despacio solucionando y desarrollando tareas, los trabajadores se concentran más, se olvidan del estrés y se trabaja mucho mejor y con más calidad comparado con los agobios del estrés al que estamos acostumbrados.

Carl Honoré el autor del libro, “El elogio de la lentitud”, nos relata que todo esto: “es un cambio en nuestra actitud ante la vida, relacionado con la desaceleración en la forma de comer, de trabajar, un mayor espacio para el ocio, el relax, los hobbies y las relaciones afectivas.

Dice que los operarios franceses, aunque trabajan menos horas (35 horas por semana) son más productivos que sus colegas estadounidenses o británicos que trabajan más. Y los alemanes, que en muchas empresas ya implantaron la semana de 28,8 horas de trabajo, vieron su productividad aumentar en un elogiable 20%. Por tanto, esa “actitud sin prisa” no significa hacer menos ni a tener menor productividad. Significa sí, trabajar y hacer las cosas con “más calidad” y “más productividad”, con mayor perfección, con atención a los detalles y con menos estrés.

Es de todos modos la forma de trabajar que adoptaron hace ya algún tiempo atrás las fabricas japonesas de automóviles, con sus programa de trabajar con “cero defectos”. Es conocida la anécdota de que en EEUU, se aceptaba como normal un 3 % de defectos en la construcción de cualquier pieza de un automóvil, en cambio en Japón se preconizaba el cero defecto, y se decía y hacía que fuera “cero” defecto.

De todos modos es saludable pensar detenidamente en todo esto. ¿Será posible que los antiguos refranes: “Paso a paso se va lejos” y “La prisa es enemiga de la perfección” merezcan nuevamente nuestra atención en estos tiempos de locura desenfrenada?, ¿Acaso no sería útil que las empresas de nuestra comunidad, empiecen ya a pensar en desarrollar programas serios de “calidad sin prisa” para aumentar la productividad y calidad de sus productos o servicios?. Es para pensar.

 

Relación Médico – Paciente

La mente suele saltar de un pensamiento a otro y está siempre activa. Sin embargo, el cerebro rendirá mucho más si puede desacelerar. Esto mejora la salud, hay calma interior y más concentración para pensar de un modo más creativo. Esta forma de pensamiento no actúa bajo presión, sino que aparece cuando hay tiempo y las ideas se desarrollan a su ritmo. Hay investigaciones que dicen que el ser humano piensa más creativamente cuando está sereno, libre de estrés, apuro y presión del tiempo.

El estrés crónico puede desencadenar múltiples enfermedades físicas o mentales o empeorar las preexistentes y debilita tanto nuestras defensas físicas, como mentales. Y puede llevarnos a estados de agotamiento psicofísico o depresión.

Hoy es muy común que el profesional de la salud no se tome el tiempo necesario para escuchar y observar al paciente como persona, sino que lo trata como síntoma, enfermedad u órgano enfermo y luego lo deriva a realizarse estudios para que todo se “resuelva” rápido. Ese es uno de los motivos por el que muchas personas se acercan a las medicinas alternativas antiguas como homeopatía, acupuntura, aromaterapia, masajes, osteopatía, quiropraxia. Que por supuesto son terapias muy útiles y que de ninguna manera se deberían descartar, pero hoy los profesionales médicos occidentales deberíamos estar mas atentos a “escuchar” al paciente y no solamente a pensar que tiene la sala llena de otros pacientes y que debe atender a todos.

Lamentablemente, ésto es una falla no sólo del médico sino del sistema en la que caemos a menudo, sin pensar que estamos haciendo más mal que bien en el paciente que tenemos en frente.

En el mundo tan acelerado que vivimos, las medicinas orientales se toman tiempo para escuchar y conectarse con el paciente de un modo holístico no para curar el síntoma, enfermedad u órgano, sino a la persona en forma integral sin separar el cuerpo de la mente. Lo que nos debe servir para pensar en nuestro propio quehacer diario.

 

Botón de pausa

En la actualidad estamos llegando hasta la extenuación con consecuencias físicas, mentales y de relación. Muchas veces no disfrutamos de las cosas del momento porque estamos atendiendo a la siguiente, no nos damos cuenta, no nos damos tiempo. La velocidad, el exceso de ocupaciones y la obsesión por ahorrar tiempo son constantes, pero el Movimiento Slow está en expansión y persuade esta tendencia. En lugar de hacerlo todo más rápido, la gente descubre que brindar lentitud a su vida hace que la comida, las relaciones, el trabajo, el aprendizaje, el ocio, sean mejores y más placenteros.

El secreto está en el equilibrio: hacer todo a una velocidad adecuada en lugar de hacerlo todo más rápido. Ahora, presione su propio botón de “pausa” y medite en lo que está haciendo con su propio tiempo.

Bibliografía:
• “El elogio de la lentitud” Carl Honoré
• “Slownes”, Milan Kundera
• “La lentitud”, Faber and Faber
www.slowfoof.com (Italia)
www.superslow.com (EEUU)
• “El ABC del estrés laboral” Hugo Rostagno

Despacio no es ser pasivo
En contra de algunas tendencias asociadas al término despacio, los partidarios del movimiento Slow animan a la actividad, más que a la pasividad. El enfoque de este movimiento, por lo tanto, está en ser selectivos en la actuación, y en ser plenamenteconscientes de cómo invertimos nuestro tiempo.

La vida es aquello que se nos pasa mientras estamos trabajando
Muchos viven corriendo detrás del tiempo, pero sólo lo alcanzan cuando mueren, ya sea de un infarto o un accidente en la ruta por correr para llegar a tiempo. Otros están tan ansiosos por vivir el futuro que se olvidan de vivir el presente, que es el único tiempo que realmente existe.
La diferencia está en el empleo que cada uno hace de eso tan preciado que es su propio tiempo. Necesitamos saber aprovechar cada momento, porque, como dijo John Lennon, “La vida es aquello que se nos pasa mientras estamos trabajando”.
Sociedad para la desaceleración del tiempo
La Sociedad por la Desaceleración del Tiempo, que encabeza el Movimiento Slow, realiza todos los meses de octubre una Conferencia Anual en la ciudad turística de Wagrain (Austria), en la que se fomenta el ir más despacio cuando tiene sentido hacerlo. Promueven que cada ser vivo, proceso o acontecimiento tiene su propio tiempo (su “tempo giusto”).

Para desacelerar la vida
El movimiento Slow aconseja algunos modos de calmar el ajetreo cotidiano:
• No mire contínuamente el reloj.
• Respete sus horas de sueño.
• Duerma lo necesario, el sueño es la actividad reparadora psíquica y física por excelencia.
• Los fines de semana, levántese de la cama respetando los ritmos naturales del sueño, en lugar de ponerse el despertador.
• Prepare su comida para poder sentarse con tranquilidad, y saborearla sin la presencia de la TV.
• Disfrute de la conversación, si come con otras personas, o de la paz que puede dar el comer solo.
• ngiera una dieta con alto contenido en frutas, verduras y bajo contenido en grasas.
• En vacaciones, procure bajar el ritmo, no intente llegar a todo lo que nos gustaría ver.
• Limite la lista de cosas pendientes, tómese el tiempo necesario para las personas y actividades con las que se disfruta.
• Realice una actividad a la vez, no varias al mismo tiempo.
• Coma despacio, mastique y salive muy bien los alimentos ante de tragarlos.
• Pase tiempo a solas, en silencio.
• Escuche su voz interior. Medite sobre la vida en general.
• No se aturda con ruidos. Escuche música con calma y sentirá que es bellísima.
• No sature su agenda de actividades, si está leyendo esto es porque está vivo, disfrútelo.

Recomendado:
Elogio de la lentitud
Carl Honoré – Un movimiento mundial desafía el culto a la velocidad
Editorial – Del Nuevo Extremo

Vivimos en la era de la velocidad. El mundo que nos rodea se mueve con más rapidez de lo que jamás lo había hecho. Nos esforzamos por ser más eficientes, por hacer más cosas por minuto, por hora, por día. Desde que la revolución industrial hizo avanzar al mundo, el culto a la velocidad nos ha empujado hasta el punto de ruptura. Vivimos al borde la extenuación, y tanto el cuerpo como la mente nos recuerdan constantemente que el ritmo de la vida gira vertiginoso, descontrolado. Esta obra rastrea la historia de nuestra relación cada vez más dependientes del tiempo, y aborda las consecuencias y la dificultad de vivir en esta cultura acelerada que entre todos hemos creado.

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