23 de abril de 2024

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Preocupan las cifras del trabajo infantil en Argentina

Cada 12 de junio la Organización Internacional del Trabajo conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, una jornada de reflexión y visibilización de una problemática que crece año a año.

En el mundo, cerca de 168 millones de menores de edad trabajan. Eso significa que no van a la escuela, no tienen tiempo para jugar y, en muchos casos, ni siquiera reciben la alimentación y los cuidados apropiados. Cerca de 73 millones de niños desempeñan trabajos peligrosos.

Según la ONU, de los 168 millones de niños obligados a trabajar, casi la mitad están expuestos a los peores tratos: ambientes peligrosos, esclavitud, y otras formas de trabajo forzoso, actividades ilícitas que incluyen el tráfico de drogas y prostitución, así como su participación involuntaria en los conflictos armados.

“Los niños son más vulnerables al riesgo que los adultos. Hay que tomar medidas urgentes para que ningún menor de 18 años tenga que desempeñar un trabajo peligroso”, declaró el Director General de la OIT, Guy Ryder, con ocasión del Día Mundial contra el Trabajo Infantil.

La Argentina tiene normativa que respeta los estándares internacionales en materia de prohibición de trabajo infantil. Sin embargo, hay más de 1.100.000 menores de 18 años que participan en actividades económicas, productivas o domésticas intensivas, interrumpiendo su formación y desarrollo, según la Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (EANNA) realizada a fines de 2017.

Según los últimos datos de la EANNA, hay un fuerte impacto de la actividad laboral en los índices de deserción escolar: solo un 1% de niños entre 5 y 15 años que no realizan tareas laborales no asiste a instituciones educativas, mientras que dentro de los que realizan tareas laborales este porcentaje aumenta al 6% en zonas urbanas y al 10% en zonas rurales. Para aquellos jóvenes de entre 16 y 18 años que trabajan la tendencia se profundiza: el porcentaje de jóvenes que no asisten a instituciones educativas se eleva de un 10% al 25% en zonas urbanas, y de un 18% al 38% en zonas rurales.

En un nuevo informe de la OIT, titulado en inglés “Hacia la eliminación urgente del trabajo infantil peligroso “, se pone de manifiesto que determinados riesgos profesionales, como la exposición al estrés psicológico y a los productos químicos más frecuentemente utilizados, resultan aún más perjudiciales para los niños que lo que se creía hasta el momento.

También se ha descubierto que la adolescencia es un periodo de maduración física que puede empezar muy pronto y durar hasta mediados de la veintena. En ese largo periodo de crecimiento, los niños (y los jóvenes adultos) se enfrentan a diversos factores de vulnerabilidad que requieren respuestas en la ley y en la práctica.

En el informe se establece el estrecho vínculo recíproco que une a la educación con la salud: la falta de educación aumenta el riesgo de que el trabajo repercuta negativamente en la salud y, por el contrario, una educación de calidad tiene efectos positivos en la protección de la salud.

Si bien el número total de niños ocupados en trabajos peligrosos ha disminuido en los últimos años, esta mejora solo ha beneficiado a los niños más mayores. Entre 2012 y 2016 apenas disminuyó el número de niños trabajadores de 5 a 11 años, e incluso aumentó el trabajo peligroso entre los niños más jóvenes y vulnerables.

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