Tomar conciencia de que uno tiene estrés es el primer paso para mejorar. Mediante la práctica cotidiana de ciertas técnicas, hasta llegar a dominarlas, uno aprende a convivir con el estrés. La repetición es la clave del aprendizaje.
Por supuesto que para disminuir el estrés se requiere tener perseverancia, firmeza de propósito, tesón y sobre todo fe en Dios (de la manera que lo concibamos) y en nosotros mismos.