28 de marzo de 2024

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Pobreza extrema e informalidad laboral, dos huesos duros de roer

La última década se ha visto marcada por la decisión gubernamental de implementar políticas públicas destinadas a paliar la situación de pobreza. El bajo índice de desocupación es, a toda vista, uno de los estandartes del modelo kirchnerista. Sin embargo, años de crecimiento del PBI a tasas chinas no lograron erradicar la pobreza extrema ni bajar el porcentaje de informalidad laboral, que ronda el 35%.

Para los profesionales que trabajan en este campo, no contar con los instrumentos estadísticos adecuados es uno de los principales escollos. Resulta arduo elaborar diagnósticos acertados. Fabián Repetto, director del Programa de Protección Social del Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) reconoce el impacto de la merma de la actividad sobre la pobreza y el empleo, y remarca como condición fundamental la necesidad de que las administraciones provinciales y municipales se involucren en el diseño de herramientas de inclusión social.

-¿Cuál es el escenario actual de la pobreza en la Argentina?  
-Nosotros no hacemos análisis de fuentes primarias, en cuanto al mercado laboral. Trabajamos más el área política. No obstante, efectivamente tenemos un primer problema que no es menor: la brecha entre datos oficiales y datos no oficiales de pobreza por ingreso, en función a cómo se mide el índice de Precios al Consumidor. Seguro que ahí hay un primer elemento de análisis de política pública. Estamos teniendo dificultades para conocer la magnitud real de la población en situación de pobreza en la Argentina por ingreso.  

-Los informes privados hablan de luz amarilla en el mercado laboral. ¿Cómo se traduce esto en los sectores con menores recursos?  
-Seguro que algún comportamiento de estancamiento e incluso de algún deterioro en el mercado laboral impacta en la situación de pobreza. Hay una relación muy cercana a cómo está evolucionando la pobreza por ingreso con el mercado laboral. En general hay un reconocimiento de que estamos en una meseta y con algún proceso de estancamiento, y eso varía mucho sector por sector de la economía. En líneas generales está costando mucho tener la información precisa, sobre todo en la medición de pobreza por ingreso. La medición del IPC nos da una data que seguramente no es real.  

TRABAJO NEGRO  

-¿Resultan de utilidad los instrumentos implementados por el Gobierno para paliar el fraude laboral, como los Indicadores Mínimos de Trabajadores (IMT), que se ensayan en nueve sectores económicos?  
-Creo que es un instrumento útil. Efectivamente el Ministerio de Trabajo ha hecho cosas en los últimos años. Hay un problema de fondo en el vínculo entre pobreza y mercado laboral, que tiene que ver con la informalidad laboral. Creo que uno de los desafíos mayores que tiene la protección social en la Argentina es la informalidad laboral, que está en el orden del 35%. Ese es un dato duro, el gran reto que el Gobierno, tanto provincial como nacional, tiene que enfrentar en los próximos años.  

-El crecimiento a tasas chinas no ha logrado crear condiciones para reducir este porcentaje en los últimos años.  
-Hubo una disminución importante en los primeros años, entre el 2003 y el 2007, pero luego se ha estancado bastante, pese a que ha habido un avance importante en ciertas regulaciones e instrumentos para tratar de mejorar la inserción laboral. Ahí hay un problema que, por más que se mejore el instrumental para capturar la informalidad laboral, el problema no es de incentivos a la no declaración, sino de que el mercado de trabajo tiene serios problemas para generar empleo formal para todos. Es bueno lo que se está haciendo en materia de normativas y regulación, y hay que mejorar, pero aún no alcanza con eso.  

-¿Las mejoras macro que pueden traer el precio récord de la soja o la demanda de Brasil se hacen sentir de manera inmediata en el mercado laboral?  
-Creo que no, porque Argentina ha mantenido un número cercano al 35% de informalidad laboral en la población económicamente activa aún en momentos de pleno auge de la economía, o en plena crisis, como en los años 2008 y 2009. Como yo lo estoy viendo, es un indicador bastante rígido a comportamientos coyunturales de la macro.  

-¿De qué depende, entonces?  
-Seguro que si mejora tendrá un efecto positivo en algunos renglones de la economía, como la construcción, que ahora está planchada, no tanto por la macro sino por los efectos del cepo al dólar. El núcleo duro de la informalidad laboral depende más de qué tipo de protección social va a estar pensando Argentina, que permita atender con cierto nivel de calidad y sostenibilidad en el tiempo a una población que no va a tener insersión laboral plena.  

POBREZA EXTREMA  

-¿La pobreza extrema resiste todos los modelos económicos?  
-Ahí hay dos entradas: una es cuál es la magnitud de lo que llamamos pobreza extrema, y otra cuáles son las características. Creo que, efectivamente, en la medida que tenemos inconvenientes de medición de la pobreza, sobre todo de pobreza por ingresos y lo que estaría más vinculado a la indigencia, enfrentamos un primer problema. El otro, vinculado a las necesidades básicas insatisfechas, demuestra que hay un núcleo duro al que está costando entrar. Y esto tiene efectos en la franja etárea -lo sufren más los jóvenes y los niños-, y lo otro seguro es la dimensión territorial. Los grandes conurbanos, más el NOA y el NEA, son los territorios más complicados. Con lo cual requiere pensar en distinto tipo de políticas públicas para realidades muy hetérogeneas dentro del patrón de pobreza extrema.

Fuente: La prensa
 

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