28 de marzo de 2024

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La astenia, un mal de muchos españoles

La falta de vitalidad y energía (astenia) es la punta del iceberg de una serie de dolencias que también incluye manifestaciones como la carga-fatiga mental, sentirse ‘quemado’, el estrés y la ansiedad. Son males del área psicológica que afectan a buena parte de la población laboral, por lo que pueden considerarse una pandemia, según revelan informes, encuestas y estudios varios.

Según se desprende de la mencionada encuesta, la falta de vitalidad repercute directamente sobre la vida laboral, familiar, social y el cuidado personal, por ese orden. En cuanto a las causas del cansancio, los encuestados lo atribuyen al estrés (74%), mala calidad del sueño o dormir poco (61%) y consecuencia directa del trabajo (43%).

Fatiga mental laboral

Datos del Segundo Barómetro HGS de la Salud en Entornos Laborales pone de relieve que el 64% de los trabajadores padece alguna dolencia laboral (se manifiesta durante, o a causa, de la jornada laboral). De éstos, el 30,8% sufren fatiga mental, consecuencia directa de la carga mental.

El desarrollo tecnológico ha supuesto un aumento en el número de puestos de trabajo que demandan una mayor proporción de habilidades cognitivas que físicas. Esto hace que, en la actualidad, la evaluación de la carga mental sea un aspecto central en la investigación y desarrollo de sistemas hombre‑máquina que permitan obtener niveles más altos de confort, satisfacción, eficacia y seguridad en el trabajo, objetivos fundamentales de la ergonomía.

‘Quemados’ por el trabajo

Agotamiento psíquico, fatiga emocional, desgaste personal, frustración de las expectativas, contradicción entre la realidad y el deseo, ruptura del equilibrio psicológico… Este vendría a ser un posible cuadro “clínico” del trabajador “quemado” o con síndrome de burn-out (del inglés ‘To burn’ – quemar).

El síndrome puede aparecer por las transferencias emocionales implícitas en el tipo de trabajo (sería el caso de un ‘trabajador social’ abrumado por el relato de los infortunios de aquellos a quienes atiende), pero también tiene que ver con la salud de las organizaciones, es decir, los “modus operandi” de las empresas y el confort (o disconfort) personal en el puesto de trabajo.

Aunque pudiera pasar por un nuevo hallazgo de la medicina laboral, lo cierto es que se ha escrito bastante del síndrome en las últimas décadas. Precisamente el burn-out está relacionado con el trabajo y su organización: los trabajos físicamente penosos se reducen, no así la carga mental asociada al trabajo.

Con el tiempo se ha visto que el personal ‘diana’ o grupos de riesgo no  es exclusivamente el de los trabajadores sociales, sino que afecta a otros colectivos -especialmente el de funcionarios- en los que la política de recursos humanos no presta suficiente atención a aspectos como la realización personal, la motivación y la satisfacción laboral.

Estrés ocupacional

El estrés ocupacional empobrece la salud y eficiencia, tanto individual como social, lo que le convierte en uno de los aspectos más acuciantes  de la seguridad y salud laboral. Está demostrado que el estrés provoca insomnio, problemas digestivos, dermatológicos y cardiovasculares. El problema afecta a las personas, pero también a las empresas u organizaciones. Es lo que se conoce como “estrés organizacional”, determinado por factores como el absentismo laboral, el número de personas que dejan una empresa o el número de empleados que desean hacerlo. En general, el estrés ocupacional está relacionado con el diseño y la gestión de la organización y con la capacidad del trabajador para cooperar y enfrentarse a situaciones estresantes.

El estrés laboral surge cuando se da un desajuste entre la persona, el puesto de trabajo y la propia organización. La persona percibe que no dispone de recursos suficientes para afrontar la problemática laboral y es entonces cuando aparece el estrés.

Ansiedad

Cuando la situación de estrés se hace crónica, el trabajador puede sufrir ansiedad, una reacción emocional, en situaciones de peligro o amenaza, que genera un estado de alerta. Puede desencadenar emociones negativas: nerviosismo, sudoración, agitación, aumento de la frecuencia cardiaca, tensión muscular, sequedad de boca, dificultad para tomar decisiones… Reviste un problema de salud cuando la situación se hace crónica, con manifestaciones como cefaleas, trastornos gastrointestinales, contracturas musculares o dificultades para conciliar el sueño y conseguir un descanso reparador. El problema se convierte en patología cuando se convive con el mismo más de seis meses, con la sensación de no poder controlarla. Suele ir acompañado de irritabilidad extrema, problemas de concentración, etc.

Consecuencias: bajo rendimiento laboral

La fatiga –física o emocional-, el estrés o estar quemado suponen una merma de la productividad, fenómeno que está siendo especialmente llamativo en España, donde se pierde hasta un 30% de la jornada laboral diaria, ya sea por motivos de salud u otros. Pese a que los trabajadores españoles permanecen una media de 9 horas y 19 minutos en su puesto de trabajo, su productividad se cifra en torno a 6 horas y 34 minutos, lo que supone que la pérdida de tiempo de trabajo ha estado en torno al 30%. Es una de las conclusiones del Estudio de Comportamiento Laboral de los Trabajadores Españoles, elaborado por una consultora de eficiencia empresarial. El estudio revela, asimismo, que los trabajadores españoles son más eficientes los viernes (87% del tiempo total dedicado a actividades productivas). La franja horaria más productiva parece situarse entre las 12 y la 1 del mediodía. Febrero es el mes más productivo del año (90% del tiempo activo dedicado a tareas productivas) y agosto el menos productivo.

El hecho de que muchas empresas hagan jornada intensiva los viernes contribuye a que los trabajadores sean más eficientes por las mañanas, dato importante a la hora de evaluar la idoneidad de las maratonianas jornadas laborales que se hacen en España. Al margen de cuestiones horarias, los estudios constatan un aumento de las enfermedades mentales de origen laboral, que suponen una merma del rendimiento, cuando no pérdida de talento. La ansiedad que acompaña el estilo de vida de los españoles explicaría –al menos parcialmente- nuestra baja productividad.

Prevención

Los expertos en seguridad e higiene laboral consideran que para corregir la fatiga (en toda la extensión del término) que provoca el trabajo es necesario mejorar la comunicación, aumentar la participación de los trabajadores en las decisiones respecto al trabajo, mejorar las condiciones ambientales, promoviendo la variedad y estimulación en las tareas de trabajo.

Un aspecto determinante de la calidad de vida laboral es el aumento del apoyo social en las organizaciones, lo que se consigue favoreciendo la cohesión de los grupos de trabajo y formando a los supervisores para que adopten una actitud de ayuda con los subordinados, ya que el apoyo social no sólo reduce la vulnerabilidad al estrés sino también sus efectos negativos.

La inversión a realizar es mínima en comparación con el ahorro de costes y otros beneficios, que situarán a la empresa en una posición ventajosa frente a la competencia.

La lucha contra el estrés tiene gran importancia. En los países nórdicos, que son los más avanzados en esta materia, las organizaciones conocen el problema, y los psicólogos ocupacionales no abordan el tema como un problema individual sino que lo analizan en su base, buscando la raíz. Las medidas paliativas pueden ayudar puntualmente, sin embargo la acción global pasa por intervenir en la organización del trabajo, fomentar el apoyo social, la comunicación y la formación del trabajador, porque es la organización la que, en muchas ocasiones, genera los riesgos.

Fuente: proteccion-laboral.com

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